Darse prioridad no debería ser un lujo.
Tener claros tus criterios, valores y prioridades tampoco.
Algo que no nos enseñan en el colegio es a determinar cómo somos y cómo queremos llegar a ser.
Incluso qué nos hace vibrar, sentir y qué gustos tenemos puede llegar a ser todo un misterio.
¿Te has preguntado últimamente...?
¿Cómo estás?
¿Qué sientes?
¿Cómo te hablas?
¿Qué miedos tienes?
¿Qué metas estás persiguiendo?
¿Y cómo te vas a organizar para conseguirlas?
No puedes tener el control de tu vida si no te cuestionas y reorganizas de vez en cuando.
Hace un par de años, yo no me preguntaba nada de esto. Simplemente sobrevivía a mis días.
Puede que también te encuentres en este punto porque es fácil dejarse arrastrar hasta él.
Incluso puede que seas una de esas madres que se levanta con la cabeza llena de preocupaciones y responsabilidades.
Si ya te despiertas preocupada, pensando en si serás capaz de llegar a todo o en cómo vas a sobrevivir a tu día, es imposible que tu día sea bueno.
Antes, yo también me encontraba así:
No comía caliente, no dormía bien, no leía, no tenía la constancia de ir al gimnasio. En definitiva, no me cuidaba.
Lo hacía todo corriendo. Sentía que estaba en un maratón constante.
Te puedes imaginar cómo eran mis vacaciones...
Hace un tiempo, dejé de intentar tener el control de todo, de que todo saliera perfecto.
Prioricé mis responsabilidades, aprendí a organizarme, a delegar y a decir que no.
Cuestionarse Cuesta, y mucho, porque quizás tengas que soltar la idea de quién eres, aceptar que tu pasado es el que es, darte cuenta de que tienes más ideas limitantes de las que pensabas, reconocer que hay personas y situaciones en tu vida que ya no quieres seguir teniendo, porque ya no te representan o no están alineadas contigo.
Lo importante es no conformarte y atreverte a salir de tu zona de confort.
Lo sé. Duele. Pero más duele sentir que tu vida no te pertenece y que no estás viviendo lo que realmente quieres porque no has sabido tomar las decisiones acertadas.
Por suerte, nada es determinante ni imposible. Siempre estás a tiempo de encontrar tu propio camino, de perdonar y perdonarte, y de seguir adelante.
Que nadie te haga sentir lo contrario, ni siquiera tú misma.
Algo que me ayudó a seguir fue mi entorno.
Elegí bien de quién me rodeaba.
Elegí proteger mi energía y mi crecimiento a través de diferentes formaciones, terapias y vivencias que me han permitido crecer en todas las áreas de mi vida.
Pero todo empezó gracias a las preguntas que antes te he nombrado. Bueno, y a un punto de quiebre importante que llegó a mi vida... aunque no es necesario que duela para cuestionarte.
Encontré lo que me hacía feliz, mi propósito, y he seguido en él todo este tiempo.
Justamente este fin de semana me he reencontrado con varios de mis mentores de entonces.
Ha sido interesante verme en situaciones similares y notar cómo he cambiado.
Valorarse es un gran paso que muchas veces olvidamos.
Cuando dicen que todo cambia si tú cambias... es real.
Ya no valoro las mismas cosas, mis gustos, mis rutinas y hábitos son otros, incluso mi actitud.
Así que olvida eso de que "todos somos de una manera y no podemos cambiar".
El caso es que esto no tiene fin.
Una vez empiezas a tomar consciencia de cómo eres y qué quieres mejorar en tu vida, ya no hay vuelta atrás.
Siempre existe una posible mejora y siempre hay una mejor manera de crecer y hacer las cosas.
Porque somos humanos y, por supuesto, nos equivocamos.
Pero, al igual que cuando me disculpo con mis hijos, también me permito fallar y me perdono conmigo misma.
Como suelo decir: el mundo no explota si te equivocas.
También es cierto eso de que eres la media de las cinco personas que te rodean.
Al cuidar mi entorno, todo tomó otra perspectiva.
Rodéate de personas que no ven problemas, sino soluciones.
Evita la queja y ayuda a quienes puedas.
Deja una huella positiva en tu entorno.
No sé en qué punto del camino te encuentras.
Solo sé que todos estos cambios también puedes lograrlos.
Piensa que si yo he conseguido encontrar el equilibrio en mi maternidad, ¿qué te hace pensar que tú no puedes lograrlo?
Lo importante es seguir cuestionando para seguir equilibrando la balanza.
Así que recuerda:
Conócete, respétate, valórate y perdónate y mejora ese 1 por ciento cada día.
Un abrazo,
Olga